sábado, 24 de marzo de 2007

Europe´s living a celebration



La integración europea cumple 50 años. Durante este tiempo hemos conseguido que tras la II guerra mundial nuestro territorio no haya conocido ninguna guerra. También hemos conseguido gracias al mercado común y al euro que nuestra economía compita en igualdad de condiciones con Estados Unidos y Japón. Además la unión europea es una organización única en el mundo, sus miembros ceden competencias a la comunidad para que sea esta quien gestione asuntos como el medio ambiente o la política mometaria.
Pero no todo han sido éxitos también ha habido fracasos. La constitución, o en los primeros años, la creación de las comunidades europeas de política y defensa, no existentes en la actualidad y que de haberse creado la unión sería un ente más avanzado. Pero quiza el fracaso más importante y el menos comentado sea que los propios ciudadanos no conozcamos cómo funciona eso de la unión europea.
Y deberíamos saberlo porqué lo que se cuece en Bruselas, y cuyos cocineros son los jefes de estado y de gobierno es algo que nos afecta muy directamente. Por ejemplo el tener la ciudadanía europea( aspecto incluido en el tratado de maastricht a propuesta española) , permite que todos los ciudadanos comunitarios puedan ser asistidos en el extranjero por la embajada de cualquier estado miembro, en el caso de que su país no tenga embajada. Esta ciudadanía también permite que los ciudadanos comunitarios que residan en otro estado miembro puedan votar en las elecciones municipales de ese estado.
El ser ciudadanos europeos supone que en ningún estado miembro se puede discriminar a un ciudadano comunitario por razón de la nacionalidad. Además los comunitarios residentes en cualquier estado miembro tienen los mismos derechos que los nacionales de ese estado.
Estas son algunas, pero hay muchas ventajas más. No es mi intención dar una charla doctrinaria. Tan sólo mostrar a través de estos ejemplos que con la unión europea todos salimos ganando , no sólo podemos crecer económicamente sino también los podemos hacer culturalmente. Todavía queda mucho por hacer. Todavía quedan por ejemplo en nuestro pais muchos aspectos en los que tenemos que igualar a nuestros socios comunitarios ya que si somos europeos lo somos para todo.

jueves, 22 de marzo de 2007

Tengo una pregunta para usted

Se acercan las elecciones autonómicas y municipales. Bien es cierto que en estas elecciones los líderes de los diferentes partidos no se juegan nada, pero esto es un ensayo para las generales y hay que ir preparándose. Hay muchas maneras de convencer a los electores pero una de las que resultan más eficaces, y si no que se lo pregunten a Kennedy, son los debates televisados. Esto en los países con sistema tradicionalmente bipartidista no ofrece problemas, al debate acuden los líderes de los dos principales partidos. Sin embargo en España, a pesar de que hay dos partidos mayoritarios, hay otros que representan a parte importante de la población. ¿Cómo conseguir dar voz a todos?
Parece que Televisión Española ha encontrado la solución, el programa Tengo una pregunta para usted. El asunto es muy sencillo, cien personas seleccionadas al azar por un instituto de opinión preguntarán a Zapatero, Rajoy y compañía sobre cuestiones muy variadas, las personas que acudan al espacio tendrán libertad absoluta para preguntar lo que deseen, siempre y cuando no se falte al respeto, claro. El presentador, que en la edición española será Lorenzo Milá, apenas interviene, tan sólo se limita a conceder los turnos de palabra. Este espacio ya ha sido emitido en Francia por la cadena TF1, con motivo de las elecciones presidenciales, y ha tenido una audiencia media de 8 millones de personas.
Esta parece ser la solución perfecta para los políticos, que desean tener minutos en televisión para exponer sus ideas, programas, cuñas... y también para los ciudadanos que desean conocer a las personas que los van a gobernar. En España no tenemos mucha tradición de debates electorales, (tan sólo se celebró uno en las generales de 1993), por dos motivos. Primero porqué a los líderes de los partidos mayoritarios no les ha dado la gana (en el 96 lo pidió Aznar y Felipe se negó y ocurrió lo mismo en el 2000 cuando lo pidió Zapatero y Rajoy no aceptó) y segundo porque las televisiones sólo invitan a los dos importantes y al resto no le gusta que salir en la tele, tiene sus ventajas, ahorra celebrar un mitin.
Pero este programa también tiene otras ventajas, el hecho de que los invitados puedan preguntar lo que quieran puede derivar en preguntas comprometidas. Y estas son las más interesantes, ya que nos permite conocer, a lo mejor, respuestas inéditas del político en cuestión que no se ha traído preparadas de casa. Y porque no decirlo darle un titular a la prensa. También de paso que el ciudadano que ha tenido la brillante idea se haga famoso, quien sabe. Asimismo el resto del espectro político no podrá quejarse de que no tiene sus minutos televisivos, ya que cada día que se emita el programa puede pasar uno o si lo desean pueden ir de dos en dos.
De momento es seguro que Zapatero y Rajoy van a acudir al espacio, los líderes del resto de partidos no han confirmado su asistencia. Tan sólo un consejo acudan porque iniciativas como esta pueden hacer que la democracia este más próxima a su dueño: el pueblo.

lunes, 12 de marzo de 2007

Por la pancarta

No hace mucho tiempo que un señor llamado Mariano Rajoy y sus colegas del Partido Popular nos llamaban a todos aquellos que osamos salir a manifestarnos contra la guerra de irak, o la ley de calidad de la educación, pancarteros. Y como desde hace algún tiempo, justo él, precisamente él se manifiesta cada vez que tiene ocasión.

El archivo de Salamanca, el matrimonio gay, son sólo algunos ejemplos. Pero ya llegó el colmo de los colmos. Ahora ya nos adhieren a una manifestación convocada por otros, no no, le han cogido tanto gusto que ya nos manifestamos nosotros solitos. Pero en fin yo no voy a criticar esta manifestación, ya que este es un derecho de todos los ciudadanos. Pero diré porque estoy en contra de esta manifestación, en forma de carta que ojala Mariano pudiese leer:

Señor Rajoy:

Tengo 20 años y soy navarra. Vivo en una comunidad que ha sufrido duramente tanto el terrorismo como incontables actos de Kale borroka. Desde que tengo uso de razón he conocido la violencia en muchas formas. He visto como unos encapuchados nos obligaban a bajar del autobús para acto seguido prenderle fuego. Hace 6 años una bomba colocada en los bajos del coche du un subteniente de la Guardia Civil estuvo a punto de explotar a escasos metros de mi instituto. Tengo que soportar todos los viernes las concentraciones organizan los batasunos a escasos metros de mi casa, reclamando la independencia y otras cosas más, que no son de mi agrado. Y la última víctima de ETA fue un señor encantador que vivía en mi pueblo.

Con todo esto que le he contado señor Rajoy, cree usted que no quiero acabar con el terrorismo. POR SUPUESTO que quiero. Pero considero que la mejor forma de hacerlo es la unión de todos los demócratas, independientemente de cual sea su ideología. Y considero que el camino a segir lo debe marcar el gobierno de la nación, aunque a usted no le guste quien gobierna en estos momentos.

Le aseguró señor Rajoy, que si fuese usted el presidente del gobierno, apoyaría sin reservas su política anti-terrorista. Posiblemente no estaría de acuerdo con su política educativa o laboral, pero jamás me atrevería a discutir su política anti-terrorista.

Por eso no comparto sus manifestaciones, aunque las respeto. Pero lo que ya no respeto es que ustedes se apropien de símbolos que nos pertenecen a todos los españoles, lease la bandera y el himno. Y menos que permitan que personas porten banderas preconstitucionales¡Que el caudillos ya está muerto¡

Me despido pidiéndole un pequeño favor, no venga a la manifestación de navarra, no mezcle las cosas. Yo voy a acudir a la marcha porque no quiero que Batasuna se apropie de Navarra, pero no voy a protestar contra la política anti-terrorista del gobierno, ya que en un tema tan delicado como este es necesario el consenso de todos los demócratas.